Inspirado en la tradición Zen del Ensō, donde los monjes expresan sus estados internos a través de pinceladas circulares espontáneas con tinta, estas pinturas capturan el ritmo y el flujo de mi propio proceso creativo. Los pinceles y rodillos se deslizan en movimientos fluidos, semejantes a una danza, sobre el lienzo, ayudándome a entrar en un estado de profunda presencia, un estado casi de trance que algunos podrían llamar ‘estar en la zona’ o en el ‘aquí y ahora.’
Para mí, el proceso y la obra final son inseparables y forman un todo unificado. Cada trazo, cada marca en el lienzo y cada huella dejada atrás son tan importantes como la danza que trajo la obra a la existencia.